Diversificar la Oferta Valor del Destino Turístico

La lógica de esta estrategia consiste en ofrecer nuevos productos turísticos para nuevos públicos. En tiempos de pandemia, muchos profesionales llamaban “reinvención” a lo que, en realidad, es diversificación, una de las estrategias de marketing más efectivas si se cumple con una condición importante: que el destino se halle en la etapa de madurez, es decir, cuando ya se tiene un público ganado y se goza de posicionamiento. Solo en la madurez se puede diversificar.

El caso del Destino Cusco nos sirve para ratificar nuestra afirmación anterior. Desde sus inicios en la competencia turística, Cusco logró posicionar su oferta cultural basada en la promesa Inca con Machu Picchu como producto ícono. Además, experiencias como los clásicos city tours y visitas esenciales a los vestigios arqueológicos de los pueblos del Valle Sagrado configuran productos con una amplia y sostenida aceptación por el turismo receptivo e interno.

Sin embargo, de un tiempo a esta parte, la región Cusco ha ido experimentando un proceso de diversificación en sus productos, ya no solo concebidos para el turismo cultural, sino también para los turistas de aventura (experiencias de trekking y ciclismo hacia las lagunas de Humantay y de Huaypo, respectivamente) y aquellos cuya motivación es el descubrimiento de nuevos lugares o escenarios naturales no tan explorados por el turismo masivo (Valle Rojo y Pallay Punchu), incluso para quienes buscan por encima de todo la foto perfecta para compartir en sus redes sociales; ahí está la famosa Vinicunca o Montaña Arcoíris como atractivo instagrameable por excelencia en Sudamérica.

Otro caso de diversificación en destinos turísticos lo apreciamos con la implementación de miradores artificiales, cada vez más numerosos en nuestros territorios. Es cierto que no todos logran atraer el público suficiente. Esto ocurre porque no se toma en cuenta la condición más importante para un mirador turístico: su ubicación estratégica dentro del recorrido entre otros atractivos. Por lo tanto, si el mirador se encuentra muy alejado de los circuitos turísticos se le estará condenado al fracaso. Taytamaki o la Mano de Dios, a las afueras de Tarapoto, en la selva peruana, es un notable ejemplo de acierto en ubicación para un mirador artificial.

De mi libro «Marketing Turístico». 2da edición. Derechos reservados.