¿El Plan de Negocio ha muerto?

Existe cierto consenso entre los docentes y consultores de marketing, especialmente en aquellos que promueven el empleo de las llamadas metodologías ágiles, acerca de privilegiar el diseño del modelo de negocio por encima de la formulación del plan de negocio. Esto no puede ser una cuestión menor en emprendimiento, habida cuenta que los tiempos y riesgos económicos entre un modelo y un plan observan amplias diferencias.

Y el emprendedor peruano lo sabe. No sorprende entonces su creciente interés por el Business Model Canvas, por ejemplo. La innovación como inevitable aspiración empresarial, asegurar la agilidad en procesos operacionales y la búsqueda de crecimiento escalable fundamentan la apuesta por el lienzo del modelo de negocio, que en la práctica deviene en ejercicio colaborativo de toma de decisiones en aspectos clave del negocio como la estructura de costos, los canales de venta y las fuentes de ingresos. Visto así, su importancia y utilidad no dan pie a discusión.

Un modelo de negocio es una forma de hacer negocios, vale decir, una manera de diseñar el funcionamiento de un negocio encaminado a obtener beneficios económicos. En él se integran, con lógica comercial, diferentes decisiones que permitirán despegar el negocio en términos de crecimiento, volumen de ventas y rentabilidad.

Formulando Plan de Negocio con el equipo de la agencia Mundo Holidays.

Pero el error reside, quizás, en no admitir que ese modelo es solo la base sobre la cual se deberán tomar decisiones de mayor aliento estratégico, las mismas que necesariamente cobrarán forma y fondo en un plan de negocio resultante de la integración del plan de marketing y los planes de tipo organizacional, operacional y financiero.

Porque el plan de negocio precisa de un análisis del mercado capaz de reconocer oportunidades de cara a los segmentos más rentables y de una estructura organizacional que asuma la estrategia de la empresa en todos sus niveles de operación; solo de esta manera se garantiza su ejecución efectiva, lo que asimismo implica una visión clara y realista de los costos, montos de inversión y asignaciones presupuestales para las actividades que sustentan la estrategia.

No podemos descartar ni desmerecer los efectos positivos de diseñar el modelo de negocio, evidenciados hasta la saciedad con casos emblemáticos en el sector tecnológico, pero este es siempre insuficiente si buscamos de forma sostenida la satisfacción de nuestros consumidores y el logro de objetivos financieros. Y en esto último el plan de negocio brilla con luz propia y omnipresente.

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